domingo, 7 de octubre de 2007

Fotos del Taller Armonía en Casa


El Taller Armonía en Casa, dictado en el Ateneo de Caracas, el sábado 6 de octubre de 2007, fue todo un éxito. Quiero dar las gracias a los participantes por su asistencia y por sus invaluables contribuciones para enriquecer las dinámicas y el contenido.








Muchísimas gracias, también, a la Dirección de Eventos y resto del personal del Ateneo.

A petición del público, organizaré un nuevo taller y les anunciaré oportunamente la fecha del mismo. Mientras tanto, escuchen el podcast "Psiconversa" cuyo tema actual está enfocado en el manejo de conflictos en la familia.

Saludos para todos y, !hasta la próxima!

miércoles, 19 de septiembre de 2007

TALLER: ARMONÍA EN CASA

Hola, les invito a que participen en el próximo taller que conduciré acerca de los conflictos en la familia. Será en Caracas, el sábado 06 de octubre. A continuación les dejo mayor información.


Espero que nos veamos allí. ¡Hasta la próxima!





TALLER: ARMONÍA EN CASA



Orientaciones prácticas para el manejo de conflictos en el ambiente familiar.

Temática:
Identificación y análisis del conflicto en la familia.
Cómo mejorar la comunicación.
Estrategias para el manejo de conflictos.
Manejo de las resistencias (qué hacer cuando una de las partes no colabora para resolver el conflicto).
Falsas creencias acerca de la negociación.

Dirigido a público general.

Facilitadora: Lic. Zulme Lomelli Pérez.
Magister en Psicología (USB).
Especialista en Tecnología Cognitivo-Conductual (USB).
Lic. en Psicología (UCV)

Fecha: Sábado 06 de Octubre de 2007.
Hora: 9:00 a.m. - 1:00 p.m.
Lugar: Ateneo de Caracas, piso 2, sala 4.
Valor de la inscripción: Bs. 40.000,00.
Información e inscripciones:
(0212) 911.57.31; (0412) 730.26.09.

lunes, 10 de septiembre de 2007

¿POR QUÉ OCURREN LOS CONFLICTOS EN EL AMBIENTE FAMILIAR?


Si la familia es el grupo de personas con quienes crecemos y nos formamos como seres humanos, si guardamos entre los miembros lazos indisolubles de sangre y afecto, ¿por qué no siempre nos llevamos bien entre nosotros?

A partir de las observaciones empíricas en la consulta, propongo cuatro hipótesis:

a) Invasión del territorio. De la misma forma en que la agresividad por defensa del territorio se manifiesta en animales salvajes, a las personas se nos despierta la agresividad cuando algún miembro de nuestra familia invade nuestra privacidad, desafiando los límites de nuestra individualidad y pretendiendo que, como somos familia, tiene todo el derecho de entrar en este terreno. Cada miembro busca proteger sus propiedades (recuerden esas puertas de las habitaciones de algunos muchachos en que un letrero nos advierte “prohibido el paso”). Al mismo tiempo, hay grupos familiares en los que se observan fallas en el establecimiento de límites y, cuando esto ocurre, pueden generarse competencias por el espacio y rivalidades (p.ej., rivalidades entre hermanos, rivalidades madre-hija, etc.). Típicos casos son aquellos en los que “todo es para todos” y cuando los bienes escasean, ocurren las confusiones y las peleas (se acaba el queso y piden la horca para quien se comió el último pedacito).

b) Estilos de relación autoritarios, organización jerárquica y confusión de roles. Es un hecho que los estilos de relación en que los padres asumen un rol autoritario y rígido, inducen a comportamientos extremos de sumisión o rebeldía y difícilmente permiten la manifestación de afecto entre padres e hijos. Los estilos de relación autoritarios, basados en la jerarquía del rol, alimentan el miedo y el rencor tanto en los hijos (temor al castigo) como en los mismos padres (temor a la sublevación y al desacato). La comunicación en estas familias se reduce al seguimiento de normas y al mantenimiento de la obediencia. No obstante, la ventaja de la organización jerárquica radica en que los roles están bien definidos y los padres pueden satisfacer algunas necesidades primarias de los hijos (en especial las de alimentación y abrigo). Por otra parte, cuando los roles no están bien definidos en la familia, ocurre más o menos el problema de la invasión del territorio. Los miembros de estas familias actúan alternadamente como padres e hijos y, al momento de hacer cumplir la autoridad o alguna norma, ni los padres saben cómo lograrlo ni los hijos saben a qué se están refiriendo los padres.

c) Fallas en la confianza: también relacionado con los dos puntos anteriores. Por una parte, está la desconfianza, que ocurre cuando el estilo de relación es altamente autoritario y rígido. En estos casos, algunos miembros pueden sentir miedo, rabia y desesperanza, por lo que evitan resolver los problemas con los otros y buscan apoyo fuera de la familia. Por otra parte, nos encontramos con el abuso de confianza, muy común cuando los límites son borrosos. Y, como dicen en mi pueblo, “la confianza da asco”.

d) Fallas en la comunicación. Durante la historia del grupo familiar, los miembros pueden haber aprendido malos hábitos comunicacionales (p.ej., tendencia a enfrentar los asuntos discutiendo, quejarse en exceso, falta de interés en lo que el otro dice, reservarse información, etc.). Como se trata de hábitos, los miembros los ejecutan en forma automática y sólo se dan cuenta de ellos cuando se les muestran grabaciones de estos comportamientos. Un cambio simple y acertado en las formas de comunicación, puede ser la clave para la resolución de un problema mayor en las relaciones familiares.


ATENCIÓN: el sábado 06 de octubre, estaré dictando el taller: ARMONÍA EN CASA, donde compartiré algunas orientaciones prácticas para el manejo de conflictos en el ambiente familiar. El evento será en el Ateneo de Caracas, desde las 9:00 a.m. hasta la 1:00 p.m. Las personas interesadas pueden escribirme al correo psicologa.sos@gmail.com para solicitar información sobre las inscripciones. Estaremos en contacto, ¡hasta la próxima!

jueves, 6 de septiembre de 2007

Cosas chocantes que algunas madres hacen y dicen a sus niños pequeños


Amenazar a los niños con que algún extraño, que por casualidad está presente en el mismo tiempo y espacio, los va a regañar o se va a poner furioso con ellos porque se están portando mal: “¡mira!, este señor te va a regañar y te va a bajar del autobús si sigues llorando”. Es terrorismo psicológico; lo que logran estas madres es que los niños tengan miedo de expresarse porque alguien podría hacerles daño. Por otra parte, esta costumbre hace que las madres se despojen de su capacidad punitiva y que los niños no las vean como personas que les pueden castigar. Si ellas no ejercen autoridad, los niños no las respetarán.

Amenazar a los niños con que ellas los van a castigar y luego no cumplen: “Te voy a dar con la correa”… “Te voy a dejar aquí solo, chao”… “No te voy a comprar el helado”… “Se lo voy a decir a tu papá y te va a dar una pela”. También es terrorismo, aunque pasajero, porque si las amenazas no se cumplen, la palabra de mamá no vale nada. Pierden el respeto.

Rendirse ante el berrinche: acceder a las manipulaciones de los niños, para que “se queden tranquilos” o “para que me dejen tranquila”. Están criando a unos tiranos o futuros delincuentes, quienes asumirán que pueden apoderarse de cualquier cosa sin hacer ningún esfuerzo o sin merecerla.

Pretender que los niños pequeños son capaces de decidir y discernir acerca de la disciplina, haciendo que ellos escojan lo que les da la gana de hacer o no, cuando a ellos les dé la gana: “¿quieres ir al baño?”… “¿quieres comer?”… “¿quieres tetero o sopa?”… “¿cuándo vas a guardar tus juguetes?”. Estos niños jamás conocerán los límites.

Halarlos violentamente por un brazo o por las orejas cuando no quieren moverse. No sólo se aprovechan de la superioridad física del adulto y la situación de desventaja para los niños, sino que también corren el riesgo de crearles lesiones que, en ocasiones, pueden ser irreparables.

Decirles: “¡COMPÓRTATE!”… y los niños ni siquiera saben hablar. Los chiquitos se preguntarán en su lenguaje: “¿con qué se come eso?”. Además, desconcertarse si ellos no hacen lo que ellas esperan: “¿acaso no entiendes lo que te digo?”. ¡Por supuesto que no!

Darles explicaciones larguísimas para que cumplan una orden: “te dije que no botaras la comida porque acabo de limpiar el piso y lo estás ensuciando de nuevo. ¿No ves que estoy cansada y no me he cambiado para ir al mercado. Ahora que estás botando la comida tengo que limpiar y… ¿Vas a seguir?...” La orden no es clara y se pierde entre tantas palabras. Incluso se pierde el objetivo del mensaje, se cambia el tema. Debe darse la orden clara, sencilla y firme una sola vez: “no botes la comida”. De no cumplir, se repite la segunda vez anunciando una consecuencia negativa si desobedece: “no botes la comida. Si lo haces, recogerás lo que botaste y sólo comerás cuando lo hayas limpiado todo”. Si no funciona, se aplica la consecuencia.

Dejar que tomen tetero hasta los trece años. A los dos años ya se ve feo. No se dan cuenta de que esto produce malformaciones en la boca y la dentadura, problemas para digerir alimentos sólidos y alteraciones en el desarrollo del lenguaje. Los músculos que no se ejercitan, se atrofian.

Protegerlos excesivamente del “sereno”, por creer que les puede dar gripe o neumonía. La gripe les va a dar en algún momento. La neumonía, quién sabe.
Pueden proponer otros temas para desarrollarlos aquí, enviándome un mensaje al correo: psicologa.sos@gmail.com. También pueden escribirme si necesitan hacer una cita para una asesoría personal.
¡Hasta la próxima!

jueves, 5 de julio de 2007

CLAVES PARA MANEJAR UN BERRINCHE


Los berrinches son manifestaciones de los niños cuando sienten frustración, ira, miedo o tristeza. Las conductas comunes son gritar, llorar, patalear, lanzarse al suelo y darse golpes, entre otras. A veces se acompañan de orinar, defecar o vomitar. El objetivo es atraer la atención de los adultos a su cuidado sea para pedir alguna cosa, protestar por algo que se les quitó o escapar de una situación que no les agrada.

¿Por qué ocurre un berrinche?


Los berrinches son comunes entre los dos y los tres años, cuando los niños comienzan a estar conscientes del conflicto y su limitado lenguaje apenas les alcanza para expresarse con palabras, resultando más efectivo expresarse a través de este tipo de comportamiento. Son manifestaciones propias del desarrollo, de manera que el presentar berrinches de vez en cuando no significa que algo malo esté pasando con los niños.

La similitud de los comportamientos que los niños de diferentes culturas exhiben cuando tienen un berrinche y el rango de edad en que suele ocurrir, hace pensar que se trata de patrones arraigados a través de la evolución del ser humano y que tienen una función de preservación: “niño que no llora, no mama”.

Una vez trascendido el objetivo biológico que consiste en la satisfacción de una necesidad física como, por ejemplo, asegurarse el alimento; los berrinches se convierten en excelentes medios para obtener otras cosas y manipular a los adultos para conseguirlas. Los niños entienden esto perfectamente. Por ello, la aparición de estas manifestaciones es una señal para que los adultos cuidadores pongan en práctica estrategias para enseñar a los niños a manejar sus emociones.

¿Qué deben hacer los padres y adultos cuidadores cuando un niño tiene un berrinche?
1. Observar muy bien al niño para identificar la posible causa del berrinche: frustración por algo que perdió o se le quitó, ira, hambre, sueño, manipulación, entre otras.
2. Llevarlo a un lugar seguro para que pueda desahogarse. Si no lo hay, cargarlo y sacarlo del lugar donde se inició el berrinche (técnica del "tiempo fuera"). Explicarle que estará en ese lugar durante un tiempo, hasta que se calme.
3. Hablarle mientras se desahoga, explicándole que usted entiende su molestia, pero que sólo le prestará atención cuando se calme. Esto ayudará al niño a distinguir sus sensaciones y emociones durante y después del berrinche, de manera que aprenda a utilizar palabras para expresarse cuando vuelva a experimentar la frustración.
4. Abrazarlo o felicitarlo cuando se calma. Al mismo tiempo, aprovechar para describirle la sensación de bienestar que tiene en este momento. Por ejemplo: "estabas muy bravo y te sentías mal, ahora estás tranquilo, te sientes mejor, ¿verdad?. Ya pasó".
Datos finales: no sea blando
Tenga en cuenta lo siguiente:
Nunca debe darle al niño lo que pide. Éste entenderá que su petición es inaceptable.
Ignore sus expresiones. Déjelo gritar y llorar en su lugar seguro. Llegará el momento en que se canse.
Tenga siempre paciencia y constancia. Evite flaquear o alterarse con violencia. No se salga de sus casillas. Es mejor que usted salga de la situación (tiempo fuera) en vez de engancharse con el berrinche del niño.
Póngase de acuerdo con los demás adultos cuidadores, en cuanto a la forma de manejar los berrinches. Si usted decide una cosa y otro adulto se la anula, el niño sabrá a quién más montarle el "show" y no servirán sus buenos intentos.
Demuéstrele cariño más a menudo, no sólo porque se calma. Los niños necesitan el alimento de las caricias para sentirse seguros y ganar auto-estima.
Con estas recomendaciones, espero que puedan resolver más de un berrinche. Verán que ustedes ganarán más confianza en sus propias capacidades y estarán más dispuestos a expresar amor a sus hijos.
Pueden proponer otros temas para desarrollarlos aquí, enviándome un mensaje al correo: psicologa.sos@gmail.com
¡Hasta la próxima!