lunes, 10 de junio de 2013

¿CÓMO AYUDO A ELEVAR LA AUTOESTIMA DE MIS HIJOS?


La autoestima es el grado en que uno se quiere a sí mismo. Le atribuimos un valor (positivo, negativo, alto, mediano o bajo) a nuestras características personales, como si nos midiéramos con una regla y nos colocásemos en un punto determinado de ella. En este sentido, la autoestima implica conocer las cualidades y defectos que uno tiene.

Desde muy temprano, formamos nuestra autoestima a partir de la interacción con otras personas, a través de varias fuentes:

  1. Los adultos del contexto cercano (padres, maestros, familiares) transmiten mensajes sobre las características de los niños: “linda”, “inteligente”, “simpático”, “terrible”, “travieso”…  Los niños van absorbiendo todos estos mensajes y así se van formando una imagen de quiénes son y cómo son ellos. Por otra parte, los adultos también son los primeros modelos que los niños tienen a imitar.

  1. Los otros niños (en escuela, juegos) actúan también como transmisores y modelos, pero además son puntos de comparación, sobre todo si tienen la misma edad: “él es más avispado que yo”; “yo soy más inteligente que tú”, “los demás son más divertidos que yo”…

  1. A través de la socialización, aprendemos los valores adoptados por nuestra cultura (familia, escuela, medios de comunicación, etc.). La sociedad nos indica cuáles características personales son aceptables y cuáles no son deseables.

¿Cuáles son las ventajas y desventajas de los extremos de la autoestima?

Tendemos a creer que una alta autoestima es deseable porque dispone a la persona para producir y relacionarse mejor con los demás. Se asocia con bienestar, mejor salud, satisfacción y éxito. Sin embargo, cuando la autoestima es muy alta, se corre el riesgo de tener metas demasiado optimistas que pueden resultar inalcanzables, una personalidad arrogante que genere problemas de adaptación a grupos (por creer que los demás son menos eficientes) y carencia de empatía (lo cual haría difícil el establecimiento de vínculos duraderos y confiables a lo largo de la vida).

Por otra parte, una baja autoestima suele considerarse desfavorable para la producción y el desempeño exitoso del individuo en el logro de sus metas. Se asocia con malestar, inconformidad, enfermedad y estancamiento. La baja autoestima es una desventaja en sí misma.

Una muy baja autoestima puede relacionarse con el desarrollo de problemas emocionales (depresión, suicidio), personalidad vulnerable o sumisa (víctimas fáciles), poco poder para tomar decisiones y dificultad para sostener una vida independiente.

¿Cómo podemos ayudar a elevar la autoestima de nuestros hijos?



- Aumentar el contacto cariñoso: abrazar, besar, decir “te amo” con más frecuencia.

- Elogiar sus pequeños y sus grandes logros, aun cuando pensemos que su deber es hacer las cosas bien.

- Aumentar nuestra comunicación. Hablarles más, sermonear menos. Mientras mejor nos comuniquemos, más fuerte será la confianza entre nosotros.

- Apoyarlos para enfrentar el fracaso (acompañarlos en sus aprendizajes, revisar los errores, enseñarles a corregirlos, orientarlos para empezar de nuevo).

- Evitar las descalificaciones y las comparaciones (usualmente, las personas con baja autoestima se sitúan en el lado desfavorecido; por eso se sienten disminuidas).

- LO MÁS IMPORTANTE: aceptarlos como son. Si logramos esto, la consecuencia es que se aceptarán a ellos mismos, serán personas orgullosas y felices.

¡Empecemos hoy!