martes, 20 de julio de 2010

Psicología Positiva: la Psicología del Siglo XXI


El nombre de Martin Seligman se dio a conocer en el campo de la psicología a partir de sus investigaciones sobre la desesperanza o indefensión aprendida (también “desamparo aprendido”), un fenómeno descrito en situaciones de laboratorio donde los animales se inhibían de dar cualquier respuesta, debido al fracaso de sus respuestas anteriores para eliminar la constante estimulación aversiva a la que eran expuestos. Extrapolando estos hallazgos al ámbito de la conducta humana, se afirma que la desesperanza aprendida se caracteriza por la ausencia de respuestas ante situaciones adversas por la creencia de que es imposible resolver tales situaciones, independientemente de lo que uno haga. Por supuesto, dicha creencia se fundamenta en las experiencias fallidas que se tuvieron anteriormente con situaciones similares.

Con el paso del tiempo, Seligman se interesó progresivamente en los casos donde los sujetos se recuperaban de la adversidad y, al tiempo que otros colegas alrededor del mundo, abrió todo un campo de investigación dedicado a identificar las características, las condiciones y los recursos que la gente utiliza para enfrentar exitosamente las circunstancias de la vida. Así, desde los últimos años del siglo XX, en las revistas científicas comenzaron a aparecer trabajos sobre temas como el afrontamiento, la resiliencia, el optimismo, el amor, los beneficios de la risa y la inteligencia emocional, entre muchos otros; generándose un movimiento global que propone el estudio científico de aspectos asociados con el bienestar, al cual se le ha atribuido el título de Psicología Positiva. El libro de Seligman: “La auténtica felicidad”, publicado en 2002, se convirtió en la referencia piloto de este movimiento.

Este nuevo enfoque tiene fuertes fundamentos en la Psicología Humanista, cuyo interés es la comprensión del hombre en su totalidad y como un ser pleno de capacidades para forjar su propio destino. Adicionalmente, la Psicología Positiva adopta elementos útiles de otros enfoques terapéuticos y de asesoramiento, tales como el modelo cognitivo-conductual y la psicoterapia.

Sin embargo, la Psicología Positiva persigue un objetivo mayor: convertirse en una verdadera ciencia de lo humano. En este sentido, la Psicología Positiva está haciendo esfuerzos por lograr una propuesta teórica a partir de evidencias empíricas, centrándose en los aspectos “positivos”, sanos, de la vida humana, en oposición a la tendencia usual de las demás ramas de la psicología, que se preocupan esencialmente por la patología y el malestar.